El Mori Building Digital Art Museum en Tokio es un extraordinario ejemplo de lo que puede hacerse con pantallas e interactividad. En el mundo del digital signane se investiga el uso creativo de estas, para funciones de comunicación, mercadeo y arte. Pero los creadores del Mori rompieron barreras. Combinando luces, proyecciones, pantallas y sonidos envolventes crearon un universo alucinante, con el que los visitantes pueden interactuar de diversas maneras, incluida una app.
Los visitantes descargan la aplicación del museo y dentro de una sala pueden ordenar una determinada experiencia; pueden pedir, por ejemplo, una lluvia de luces, y ésta ocurrirá enseguida. Los repetidos «¡Ooohhhh! de los asombrados visitantes son inevitables.
La interactividad está en el centro del diseño, porque las personas pueden «dialogar» con las obras de arte exhibidas, todas digitales. No es un museo de esos de «no tocar», sino que fue diseñado pensando justamente en lo contrario. El concepto se basa en la idea de la influencia. Cada persona puede influenciar a ese mundo digital fantástico y ser influenciada a la vez por los demás visitantes. No hay mapas ni guías, sino que cada quien recorre y explora el universo como se le antoje y participa de las experiencias sensoriales como y cuando lo decida.